El domingo soñé que estaba en un bosque, espeso, verde, frondoso, yo me abrazaba a arboles gigantescos y sentía la frescura, el aroma, la energía que me llenaba, mis piernas se enlazaban a sus raíces y me volvía uno con cada árbol, como si ellos se nutrieran de mi.

Otra noche me encontré en la playa, disfrutando del atardecer, las olas mojan mis pies, escucho el sonido del mar y el aire golpea mi rostro.


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