Todavía lloro en las noches cuando veo tu cama vacía.
Ya no puedo dormir a puerta cerrada, me quedé acostumbrada a escuchar tus pasos, atenta a tu llamada.
A veces me siento en tu cama, recordando tus "te quieros"...
y entonces me ataca ese último recuerdo grabado en la memoria; esa mañana en donde de tus labios ya no salió palabra, ni queja ni suspiro alguno.
Te veo, no lo puedo borrar; acurrucado, mirando ya sin tu mirada, tú frente fría... y tus manos! esas manos que hace tan solo unas horas me sujetaban... ahora sin vida.
Y grito en silencio, ahogando mis lamentos.
Por las mañanas extraño tus gritos, tu ruido en la cocina y lo que es peor: la eterna despedida. Aún al salir te digo: "Ya me voy Pachis, nos vemos en la noche", sólo que esta vez nadie responde.
Se que pasará un día de estos ya no lloraré.
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Anónimo
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