"Por qué el cielo no es tuyo, y hay que empezar despacio a deshacer el mundo".
Recuerdo cuándo íbamos al Tashé, como sonaba la música, nos dejábamos llevar y bailábamos sin parar, sin más mundo a nuestro al rededor que las vibraciones del grupo, la cerveza y el cigarro en una mano y con la otra; tu, mi cintura, yo, tu cuello.
Tengo ganas de ir a algún sitio y escuchar la música ensordecedora, cerrar los ojos, cantar a todo pulmón y olvidarme casi de todo.
Hasta dónde podré llegar?
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