Tras un aparente oleaje tranquilo se está formando un remolino, suavemente acaricia las algas, se mueve, recorre el lecho, agita la arena, gira, se divierte mientras golpea suavemente los cimientos que alguna vez se creyeron firmes.
Cada vez se hace más fuerte y se sabe poseedor de velocidad, ligereza y fuerza, sabe que se puede convertir en tormenta, está agitando levente la marea, acaricia dulcemente la superficie, con la dulzura de quién sabe que te va a destruir y admira tu belleza antes de verla perdida.
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