Andrea sube el volumen de la música mientras no deja de ejercer esa presión sistemática en las uñas esperando en doloroso quiebre que le sigue.
Hoy sus pies se mueven constantemente y le cuesta concentrase.
Extraña las conversaciones con él; le dan vueltas algunas ideas en la cabeza que no ha logrado escribir en las paredes que la rodean.
Enciende otro cigarro, aunque no debería. No importa, tal vez lo deje la próxima semana.
Fabián no tarda en pasar por ella. Ha aceptado salir con él algunas veces; finalmente son solo amigos, sin embargo cada vez que está con él, no deja de preguntarse porqué aceptó, y rondan por su cabeza las cosas que podría estar haciendo en lugar de estar sentados ahí, uno frente al otro, hablando de tonterías como las opciones del menú, los costos y el reciente problema de calvicie de Fabián, que cada vez que se ven, resulta más evidente.
Ella desvía la mirada, ve a las personas pasar, aspira nuevamente el humo del tabaco y vuelve a pensar en él. ¿Qué estará haciendo?, ¿Pensará en ella? ¿Será prudente escribirle más tarde o ya será descortés enviar un mensaje a esta hora?.
Fabián apenas la nota un poco distraída y lo atribuye a la carga de trabajo. Decide ignorar él hecho de que ella mira constantemente el celular, aparentemente para revisar la hora y le ofrece otra bebida; como siempre ella la rechazará y eso acelerará la hora de partir. No quiere preguntarle que piensa, sabe que seguramente hay alguien más que ronda sus pensamientos, sin embargo se consuela pensando que es él quien la llevará a casa está noche.
Hoy estaba decidido a proponer la opción de tener una relación formal, una vez más no se atreve y se conforma pensando que lo hará en la siguiente ocasión. Desconoce que es la última vez que ella aceptará salir con él.
Andrea lo escucha hablar y no logra conectar con su mirada, una lágrima asuma por sus ojos, pero ella la contiene. Mientras mueren los minutos imagina que sería si en lugar de Fabián, fuera "él" quien estuviera ahí, fantasea imaginando que ella es quién ocupa los pensamientos de aquel que no está presente, justificando las ausencias y los silencios.
Es momento de volver a casa.
Fabián paga la cuenta y le abre la puerta del coche, enciende la radio y hablan sobre las tonterías que escuchan, mientras ella ansia llegar a casa, ahogar la cara en la almohada, echar la mirada al cielo y callar sus pensamientos.
Fabián paga la cuenta y le abre la puerta del coche, enciende la radio y hablan sobre las tonterías que escuchan, mientras ella ansia llegar a casa, ahogar la cara en la almohada, echar la mirada al cielo y callar sus pensamientos.
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